Consideraciones sobre la Dimensión Ideológica de la Globalización, la Realidad Virtual y sus Contradicciones

(versión adaptada de trabajo de investigación para la tesis doctoral Lo Global y lo Local en Brazil: la Reestructuración Neoliberal y su Impacto en las Ciudades.- 2001)

Prof. Dr. Jorge Machado (inicio)


Citar: Machado, Jorge A. S. (2001) Consideraciones sobre la Dimensión Ideológica de la Globalización, la Realidad Virtual y sus Contradicciones, Internet: http://each.usp.br/machado/soc/bibliot/machado/ideologl.htm


La realidad virtual confeccionada por la dimensión ideológica de la globalización difiere notablemente de la realidad cotidiana. Ésta difunde la imagen de una creciente calidad de vida, transmitiendo valores y modos de comportamiento deseables, presenta un futuro optimista. La expresión lúdica del mundo en los medios de información ofrece, en una plasticidad irreal y torcida, un simulacro del Estado del bienestar, proyectado como la realidad supralocal, donde las contradicciones latentes de la aldea global son sustituidas por un universo de deseos factibles accesibles a cualquiera. La proyección de ese bienestar alcanzable pasa a convertirse en una necesidad primordial de una sociedad ultra competitiva y desigual. Frente a las evidentes contradicciones, se vuelve ineludible para el mantenimiento de la cohesión y el consenso social la simulación de esta utopía (Braudillard, 1990). La realidad cotidiana sólo se logra percibir por el ciudadano medio de una manera deformada, parcial y mutilada por los medios informativos, donde la desigualdad, la violencia, la alienación, la destrucción del individuo y su entorno, pasan a convertirse en escenas aisladas e inconexas (Fernández, 1996). Éste, muchas veces destituido de su sentido crítico, es incapaz de comprender lo que acontece.

La expansión simbólica e ideológica de la globalización se pasa significativamente a través de los mensajes que difunden los medios informativos - o los "mass media". La excesiva concentración de los medios informativos en pocos grupos y conglomerados empresariales situados en los países desarrollados contribuyen para la propagación y diseminación de ese modo de pensar, vivir y patrones de consumo, haciendo con "que el Norte apareciese como el horizonte deseable para los ciudadanos del Tercer Mundo que están siendo constantemente bombardeados con mensajes masivos pensados desde y para los norteoccidentales" (Sánchez, 1999: 84). La producción cinematográfica es un claro ejemplo de la concentración comunicativa y de la expansión y predominancia del modo de pensar desde los Estados Unidos hacia los demás países. Hollywood alcanza hoy todos los mercados mundiales, abarcando actualmente más de la mitad de los mercados de otros países y continentes - en 1990 la proporción era de un 30%. Actualmente el cine estadounidense detenta 70% de los mercados europeos - contra un 56% en 1987 -, un 83% del mercado latinoamericano y 50% del japonés. En el sentido contrario, la participación de películas extranjeras en el mercado estadounidense es de solamente un 3% (PNUD, 1999). Cabe decir que en la manos de relativamente pocos grupos de la media comunicativa se encuentra un poder de mercado de más de 26 mil millones de pesetas (Hachmeister y Rager, 1997). Según datos de la UNESCO en 1990, de las 300 empresas más importantes de información y comunicación, 144 eran norteamericanas, 80 de la Unión Europea y 49 japonesas. De las 75 primeras empresas de prensa, 39 eran norteamericanas, 25 europeas y 8 japonesas.

La homogeneización de la cultura, aún que esté muy lejos de acontecer, es un fenómeno que se lastra junto a los constantes avances y desarrollo de los sistemas de comunicación. Los sistemas de información en los últimos años se desarrollaron incluso más rápido que la economía, creando un largo medio para estandarización de los hábitos de consumo y formación de nuevas instituciones y valores culturales.

La expansión de los modernos medios de comunicación, como la Internet y las transmisiones de televisivas vía satélite, traen en una proporción muy desigual los ideales, opiniones y valores del Norte para el Sur, de que en el sentido contrario. Esto causa graduales y profundas transformaciones en sus receptores, conforme afirma Sánchez:
"Aunque no conviene dejarse llevar por generalizaciones en lo que se refiere a los influjos de los medios, tampoco conviene olvidar que son los medios de masas los que crean el marco general para todos los procesos comunicativos de la sociedad en general. Su peso se hace sentir en un aspecto amplio de realidades. Los ámbitos de preocupación o temas que hay que tener en cuenta, los hábitos de consumo y tiempo libre, la información y el conocimiento acerca del mundo, los saberes prácticos, la socialización de valores, normas, actitudes y opiniones, la vertebración social y la creación de corrientes de opinión, la percepción de afectos, sentimientos y emociones, el comportamiento, las relaciones sociales y familiares, la satisfacción de necesidades y deseos, el gusto y la educación estética, la creación de cosmovisiones, etc." (1999: 145).

Ese contacto con la civilización occidental se produce frecuentemente en conexión directa con la substitución o disolución de los marcos tradicionales de vida con modelos culturales y de comportamiento. El carácter de dominación ideológica es innegable, sobre todo si se tiene en cuenta que los medios de comunicación han sustituido gradualmente a las instancias socializadoras tradicionales, concentrando un poder tal que le permite establecer valores, formas de conducta, universos simbólicos.

Featherstone (1997: 89-90) destaca que con el actual poder de los medios comunicativos, se puede hablar ya que está en formación algo que se puede llamar de "opinión pública global". Esto, según él, se volvió evidente durante el desarrollo de las luchas por la independencia en el interior de la Unión Soviética, así como en la crisis y la guerra del Golfo. Estos tipos de acontecimientos, desde su punto de vista, envuelven apelaciones "a nociones de humanismo y conduce a la imposición de reglas de comportamiento, dentro y fuera del Estado que, una vez contestadas, refuerzan la idea de la existencia de un palco mundial y de que el mundo está a tornarse un lugar único".


Nuevas Formas de la Interactividad - La Exclusión Virtual

Los avances de las tecnologías de información y comunicación desarrollaron nuevas formas de interacción humana, que propician la emancipación territorial y la proyección hasta un mundo virtual, donde las nociones de cultura, pertenencimientos y clases son reemplazados continuamente, tornándose más mutables e indistintas (Loader: 1997, Lyon: 1997). Actualmente, el individuo está no solamente sujeto a un creciente torbellino de informaciones, que consciente o inconscientemente condicionan la (re)formulación e incorporación constantes de nuevos valores y hábitos, como también la Interactividad del mismo ciudadano con ese sistema pasa a ser la condición para la inclusión en las nuevas relaciones de producción que se producen en ese contexto.

La imposibilidad de acceso de grandes conjuntos de individuos a este inmenso proceso de desarrollo tecnológico, científico y comunicacional genera lo que se puede llamar analfabetismo tecnológico. El individuo pobre, cada vez menos informado, pasa a ser sistemáticamente excluido de las nuevas relaciones de producción, trabajo y consumo. De la misma forma, se ve alejado de grande parte de los flujos culturales, políticos y simbólicos que se operan a través (o se relacionan) a las nuevas tecnologías.
Considerando la insuficiencia o incluso inexistencia de políticas de equipamiento tecnológico y de educación multimedia en los países en desarrollo resulta difícil vencer el analfabetismo tecnológico. Las nuevas tecnologías, a pesar del potencial democratizador, como Internet, tienen su desarrollo y difusión orientadas a las reglas del mercado o a las políticas que privilegian la obtención de ganancias, sin diferenciar los factores geográficos y las variantes sociales. Es importante subrayar, que menos del 7% de las personas de los países subdesarrollados poseen o tienen acceso a Internet, el 10% tiene correo electrónico, en menos de 5% de los hogares hay ordenador y menos del 1% está conectado a la red. En África, el parque de ordenadores representa el 0,1% del mundial, en la mayoría de los países no llega a 10.000 el número de usuarios de Internet, donde hay 1,7 líneas telefónicas por cien habitantes (contra el 37 por 100 en Europa), siendo la conexión con la red prácticamente imposible fuera de las capitales. A ello hay que añadir que los ordenadores introducidos son obsoletos, y tanto los programas como las máquinas han supuesto una total dependencia tecnológica de los países ricos. En África del Sur, el país africano más bien "conectado", muchos hospitales y 75% de las escuelas no tienen línea telefónica. Entre los años 1986 y 1990, Zambia tuvo un éxodo de 7.000 profesores debido a los recortes presupuestarios del gobierno. Equipamiento es una necesidad, pero para la superación del analfabetismo tecnológico se requiere instituciones y personal calificado. Así la tendencia obra en favor de la concentración y de las políticas educativas desiguales que generan más exclusión y diferenciación social (PNUD, 1999; Sánchez, 1999; 82-83).

Comparando las diferentes condiciones de acceso a las nuevas tecnologías de comunicación - en especial, a la red - que tienen los ciudadanos de los países más ricos y los de los países más pobres, notamos el nivel de la exclusión tecnológica que castiga a estos últimos. La desigualdad es de tal magnitud que se puede decir incluso que el desarrollo de un sistema de comunicación instantáneo, desterritorializado y potencialmente tan poderoso como Internet pasa a constituir en una de las formas más de exclusión de las periferias pobres y de las poblaciones marginadas. El acceso a la red no depende únicamente y directamente del volumen de ingresos del individuo, sino también de la infraestructura local ofrecida, de un sistema telefónico eficiente, de acceso a equipamiento informático e incluso de la disponibilidad y capacidad de comunicación local con los satélites. Por eso mismo es difícil de hablar de la expansión de Internet en países donde la mayor parte de la población no tiene todavía acceso a energía eléctrica y cuya población está constituida mayoritariamente por individuos analfabetos o semianalfabetos. Si vislumbramos el desarrollo de la red desde este aspecto, notamos que Internet, en su globalización virtual, no encuentra correspondencia en el mundo real como tal, constituyéndose en verdad más como una proyección de las desigualdades del mundo real, con sus abismales disparidades económicas y sociales.

De acuerdo con lo que se observa(1) en el cuadro 1 (anexo), la expansión de red hacia la integración de los países pobres es un objetivo todavía muy lejano para ser alcanzado, una vez que el camino para llegar a la vanguardia tecnológica, exige acceso a los medios materiales y a la adquisición de conocimientos técnicos. Esos datos pueden ser interpretados como resultado final o una síntesis de esa disforme y contradictoria cadena de un desarrollo desigual - global - en la sociedad contemporánea. Pasada ya casi una década del inicio de su proceso de popularización, todavía en muchos países ni siquiera órganos del gobierno poseen un sitio en la red. Del mismo modo, el acceso privado se limita a los terminales de las universidades e instituciones que lo disponen. La desproporción de recursos entre los habitantes de los diferentes rincones del mundo es algo que contradice el más optimista de los discursos relacionados con la expansión de red. Según el consorcio gestor de la red (2), en julio de 2000, un grupo de cerca de 50 países - la mayoría formada por las naciones más pobres del mundo - todavía no tenían siquiera más que una docena de dominios en la red. Incluso algunos, como Zaire, Guinea Bissau, Laos o Liberia, no poseen ninguno dominio en la red. En el opuesto, países como Japón o Alemania tienen cerca de 3,4 y 1,9 millones de dominios registrados, respectivamente, en sus extensiones locales (".jp", ".de"). De los 93.047.781 dominios registrados en toda la red mundial (ISC, 2000), se puede estimar con seguridad, que por lo menos un 25% tienen base en los Estados Unidos, lo que corresponde a más de 23 millones de dominios de este país en el mundo virtual.

Tratándose de los aspectos simbólicos e ideológicos, el gran desafío de la globalización consiste, sin duda, en superar el carácter lúdico de las transformaciones que la acompañan, bajo el cual se abriga toda las contradicciones y asimetrías del proceso. Esta compleja dinámica, que tiene su eje centrado en la perspectiva de los intereses del mercado y del Norte industrializado, oscurece al ciudadano medio, desde su entorno local, la comprensión de lo que ocurre en el mundo real. La expresión mediática y las nuevas formas de comunicación son, tal vez, algunos de los componentes más extraordinarios de los cambios observados en los últimos años. Al mismo tiempo que éstos revolucionan en las formas de interacción humana, y cumplen el papel de vectores de distintos cambios en la cultura, valores y nociones de pertenencimientos, hacen de la visión de las tensiones e incertidumbres del mundo concreto algo opaco, distante, aceptable.

Anexo

Cuadro 1
Líneas Telefónicas y Ordenadores Personales ("PCs") por 1000 Habitantes
países seleccionados
(líneas y ordenadores, año base: 1996-8/ dominios(3) registrados: base julio/2000)

País

Líneas tel. p/ 1000 hab. (2)

PCs p/ 1000 hab.

Dominios en la red

EEUU

661

459

2.251.445

Canadá

634

330

1.814.505

Francia

570

208

983.450

Alemania

567

305

1.916.512

Reino Unido

556

263

2.080.906

Finlandia

554

349

703.958

Australia

512

412

1.311.492

Japón

503

231

3.413.281

Italia

451

173

1.574.380

España

414

145

538.540

Fed. Rusa

197

41

260.373

Brasil

121

30

662.910

México

104

47

495.747

China

70

9

71.769

Marruecos

54

3

951

Filipinas

37

15

16.694

Indonesia

27

8

21.144

India

22

3

32.991

Paquistán

19

4

5.487

Sudan

6

2

0

Guinea

5

3

1

Uganda

3

1

159

 

Notas

1. En lo que se refiere a la pose de ordenadores y de líneas telefónicas en todo el mundo, la estadística fiable más reciente disponible en ese momento es del año 1996.
2. Internet Software Consortium - www.isc.org.
3. El número de domínios con extensions locales débe ser considerado apenas a título de referéncia, una vez que los domínios internacionales (.com, .net, .org, .edu, .gov, etc.) suman más de 66 millones, lo significa aproximadamente un 72% de todos los domínios existentes. Además, es posible también adquirir dominios locales a partir de otros países. Hay que decir que la inmensa mayoría de los dominios internacionales son controlados por individuos y empresas localizados en los países industrializados, asimismo es muy difícil estimar como es esta distribución.

 

Bibliografía

Braudillard, Jean (1990) La Transparencia del Mal. Ed. Anagrama, Barcelona.

Featherstone, Mike (1997) Culturas Globais e Culturas Locais, in Cidade, Cultura e Globalização, Carlos Fontoura (org.), Celta, Oeiras (Portugal), pp. 83-103.

Fernandez Durán, Ramon (1996) La Explosión del Desorden - La Metrópoli como Espacio de la Crisis Global, Fundamentos, 3a edición, Madrid.

Beck, Ulrich (1997) Wer beherrscht die Medien? Die 50 größeten Mediakonzerne der Welt in Hachmeister, L y Rager, G. (eds.), Munich, 1997, p. 13.

Loader, Brian D. (1997) The Governance of Cyberspace: Politics, Technology and Global Restructuring, Routledge, New York, p. 1-19.

Lyon, David (1997) Cyberspace Sociability: Controverses over Computer-Mediated Relationship, in The Governance of Cyberspace: Politics, Technology and Global Restructuring, (ed. Brian D. Loader), Routledge, New York, pp. 23-37.

ISC (2000) Internet Domain Survey, Julio, Internet, http://www.isc.org (en 8/12/2000).

Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) (1999) Informe sobre el Desarrollo Humano 1999. Mundi-Prensa, Madrid.

Sánchez Noriega, José Luis (1999) Dominación Comunicativa del Tercer Mundo y Sensibilización para la Soliedariedad, in La Globalización y sus Excluidos, Foro Ignacio Ellacuría (orgs.), ed. Verbo Divino, Estella (Navarra), pp. 73-94.